hoy te vuelvo a ver
para @lire-casander 💚
¡¡¡feliz cumpleaños mi querida lire!!! no puedo agradecerte todo lo que has hecho por mi este año. conocerte ha sido un honor y un placer y eres una gran amiga. espero que te guste este pequeño regalito y que tengas un muy buen día. ¡mucho amor para ti!
(por cierto, @tarlos-spain y una amiga mía han corregido todos los errores, no te preocupes 😅)
el título viene de la chica del gorro azul de la oreja de van gogh
ao3 | 768 palabras | young royals
No tiene ni idea de qué sentir ahora que ha vuelto a Hillerska. Tampoco sabe si está listo para volver después de todo—es verdad que llegó a amar estos pasillos, pero August le robó algo cuando publicó el vídeo.
No, fue antes de eso. Al fin y al cabo, el vídeo no apareció de la nada.
Wilhelm está acostumbrado a que su vida se retransmita para todo el mundo. Al no ser el primogénito, tuvo un poco más de libertad que Erik pero obviamente todo eso había acabado. Ni siquiera ha pasado un año desde el accidente.
Qué raro. Parece que ha pasado mucho más tiempo.
Pero la cosa es que Wilhelm ha sido propiedad pública desde que nació. Fue por un escándalo por lo que se lo llevaron a Hillerska en primer lugar, porque los peores momentos de un príncipe divierten a los demás.
Y la cosa es que en realidad lo que pasó con Simon no fue uno de los peores momentos de Wilhelm.
Había sido el mejor momento de su vida; el momento en que finalmente había permitido que el peso del futuro de Suecia cayera de sus hombros, solo por un minuto; el momento en que, por primera vez, se sintió normal.
Como si solo fuera un chico, besando a otro chico, y estuvo bien. Y podría estar bien.
Y entonces…
Bueno.
La Navidad en el palacio había sido…tranquila. Casi silenciosa. Es típico de su madre, aunque Wilhelm sabe que lo está intentando. Aprecia que las cosas no son fáciles para ella, aunque a veces desearía que pudiera ser más como… Bueno, como Linda. Y que él pudiera ser más como Simon.
Pero es un deseo imposible, porque Kristina es la Reina y Wilhelm es el príncipe heredero, lo cual significa que la normalidad jamás ha sido su punto fuerte.
Wilhelm se pregunta—¿podría llegar a entender la normalidad?
Así que la Navidad, la primera sin Erik, la primera de cada Navidad sin Erik, es tranquila. Nadie habla del vídeo, nadie habla de August, y desde luego nadie habla de Simon. Ni siquiera el propio Wilhelm; le parece mal traer a Simon a este palacio grande y vacío. No es su mundo, lo que Wilhelm supone siempre ha sido el problema.
Porque el problema no es que se enamoró de un chico—o ese no es el problema del todo. También es que se enamoró de Simon, un muchacho que vive en una casa pequeña y viaja en autobús y no tiene en él un solo atisbo de nobleza. No hay manera de que pueda ser el siguiente consorte.
Todas esas son las cosas por las que Wilhelm le ama, pero también son las cosas por las que se desgarraron el alma.
Y claro, Wilhelm no es estúpido. Sabe que fue él quien echó a perder lo suyo. Si hubiera sido más valiente…
Pero no habría acabado allí, y Wilhelm no sabe si hubiera sido capaz de perdonarse a sí mismo por obligar a Simon a aguantar esta miseria también. Hay dos versiones de cada historia y en este caso ninguno de las dos está mal, y ninguno tiene razón.
A lo mejor simplemente no se entienden.
A lo mejor estaban condenados desde el principio.
Aún así, desde el momento en que Wilhelm vuelve al campus de Hillerska, se encuentra a sí mismo buscando a Simon instintivamente. No le ve a primera vista y se pregunta si ha decidido no volver después de todo qué le pasó el trimestre pasado. Ciertamente Wilhelm no lo culparía.
Pero entonces ve a Sara caminando por la entrada—corriendo de hecho, con una sonrisa contagiosa pintada en la cara cuando choca contra Felice. Wilhelm sonríe al verla, pero pronto se distrae por el chico que camina detrás de ella, con su gorra de lana bajo sus rizos enmarañados.
Simon.
Wilhelm no va a su encuentro; simplemente lo espera. Al fin y al cabo, fue él quien les hizo más daño y tiene que ser Simon quien decida qué sucede a continuación, si es que sucede algo.
Espera hasta asegurarse de que Simon lo ha visto, sus pasos se tambalean ligeramente cuando sus ojos se encuentran con los de Wilhelm, y entonces levanta la mano para saludarlo.
Por un momento, Simon no reacciona, mirando a todos los que les rodean. Gente que apenas existe para Wilhelm. Él solo tiene ojos para Simon ahora mismo, pero se entiende claramente que el tema es diferente para Simon.
Frunce los labios, pero entonces se los enrosca en una pequeña sonrisa, y levanta la mano también.
Y el corazón de Wilhelm se llena de esperanza.